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lunes, 27 de abril de 2015

Sujeto 001

Esta vez voy a dejar colgado simplemente un relato corto el cual pertenece a un concurso que se realizó en mi instituto, y que, según opinión propia y segundas no fue tan valorado como se mereció.
Aunque hay detalles que no me gustan porque me pilló un poco el toro a la hora de acabarlo he querido publicarlo intacto. Es éste:

Sujeto 001

2047, tres años después del comienzo de la III Guerra mundial, producto de las constantes

tensiones que sucedían entre los bloques de Rusia y el Atlántico Norte, las ciudades de España se

empezaban a desintegrar a nivel social, ya que en ellas poco más quedaba que las personas que se

negaron a participar en la guerra y aún no fueron encontrados. El resto combatían junto aliados de

la OTAN en la frontera rusa que cada vez se acercaba más y más a Occidente.

La mayoría de estas personas habían quedado en un nivel de vida de mísero, okupaban los lugares

que podían mientras llevaban una vida de fugitivos.

Rusia invadía a pasos agigantados Europa y la lucha humana no era suficiente, de manera que los

gobiernos ya no buscaban a los disidentes para llevarlos simplemente al campo de batalla, lo hacían

con otro cometido que no era precisamente mejor.


Un 3 de enero frío y con una niebla que cubría las calles encontraron a Federico S., uno de los

vagabundos que huyeron en su día, pero al que el cansancio venció.

De un puñetazo lo aturdieron pero no más de lo que el duro invierno había hecho a una persona que

dormía bajo el desnudo y oscuro cielo.


-Cuando me desperté y me quitaron la bolsa de la cabeza, mi vista alcanzaba poco más que a una

sala de mosaicos blancos y luz tenue, con una mesa y una camilla en el centro. Aprovechando mi

falta de fuerza, pues hacía días que el aire era mi único alimento me postraron y ataron. Esperando

lo peor, sólo me mostraron una pastilla rosa. Pregunté nervioso de qué se trataba, al hablar noté un

ligero sabor a sangre en mis labios.

Respondieron que iba a servir a las fuerzas de la OTAN probando un nuevo fármaco que decían

sería una revolución y podrían introducir sin que Rusia se diera cuenta. No les convenía

empezar una guerra nuclear porque ellos eran superiores a nosotros, de manera que necesitaban otro

método que no llamara la atención pero que igualmente fuera efectivo.

Después de media hora hablándome de patriotismo y estrategia, que de nada sirvió,

ya que supuse que no tenía elección y efectivamente fue así.

Tras todo esto, con un bisturí oxidado corto una pequeña parte de la pastilla y la sumergió en una

bañera llena de agua. Por lo visto, aquella droga, que más tarde descubriría que se llamaba

'Cnopb' contaminaba grandes cantidades de agua sin alterar color, sabor ni estructura química, era

algo así como un narcótico fantasma que producía sus efectos sin dejar rastro.

Hundió un vaso en aquel agua infectada y me lo dio a beber, le di una patada y se le cayó al suelo.

Tras esto me llevaron a otra sala, en la cual, una cara que me resultaba familiar, se sentó justo

enfrente mía, me sonrió y se fue.


Unos soldados entraron a la habitación, y mayor no pudo ser mi desgracia al ver que traían a mi

mujer con ellos. Amenazaron con probar el Cnopb en ella si yo me negaba por lo que no me quedó

más opción que aceptar.

Volvió el doctor con un vaso de la misma agua y esta vez lo bebí, mientras cerrabas mis ojos.

Escuché un disparo, habían ejecutado a Sara. Mientras gritaba de dolor, la persona que se sentó en

frente mía de rostro pálido y con una marca roja bajo el ojo que me resultaba tan familiar dijo:

'Jamás desobedezcas a un imperio, y menos a uno que está contra las cuerdas'

Pocos segundos después caí dormido y cuando me desperté estaba en la sala del principio, pero

aquella luz tenue se había desvanecido.


Al lento paso de las horas me di cuenta de que estaba en aislamiento, aquel tipo de celdas que nos

relataban siempre de forma anecdótica y casi fantástica pero que comprobé que era completamente

real.

No ver, no oír, no tener con quien hablar. La más alta degradación del Ser Humano. Alejarlo de los

demás y de sí mismo.

Siempre me servían el mismo plato, un filete frío que intentaba acordarse de la última vez que

supo a algo. Curiosamente nunca lo hacían a la misma hora, podía comer tres veces en dos horas o

no comer nada en un día. Se me desestabilizaron las horas y horarios de sueño. Dormir era un

privilegio que parecía acortar la estancia en aquel recóndito lugar.

No sé si pasaban los días o no. El único modo de saber que el tiempo seguía avanzando era

comprobar como crecían mi pelo, mi barba y mis uñas. Después de un tiempo allí dentro, la cordura

era algo con lo que no podías contar. La sugestión y la soledad rondaban constantemente por tu

cabeza. A pesar de estar en una habitación vacía, salvo por la cama y por una puerta cerrada a cal y

canto con una rendija por la que me pasaban la comida, pero ni un ápice de luz, llegaba a dudar de

si estaba solo o acompañado.

¿Recuerdas cuando eras un niño? Todos pasamos miedo alguna noche porque pensamos que

había un monstruo debajo de la cama o que quizá había entrado un ladrón en casa. Cierra los ojos

y piensa en las sensaciones que tenías. Miedo, duda... te metías debajo de las mantas y simplemente

esperabas a dormirte y que se hiciera de día.

Ahora traslada ese miedo y dudas a una habitación desconocida, a un lugar donde tu madre no

puede defenderte de los monstruos ni puedes llamar a la policía para que detenga al ladrón y esperas

a un amanecer que nunca va a llegar.

No distingues nada en la oscuridad y siempre sientes unos ojos que se clavan como agujas ardientes

en tu nuca. Con el pulso acelerado por el Cnopb empecé a dar vueltas sobre mí mismo. Golpeaba

las paredes, tiraba de un lado a otro aquel mugriento colchón donde tenía que dormir, que no era

mejor que la calle que me acogía. Pero esa mirada seguía detrás mía. ¡Sé que estaba ahí!

Comencé a gritar ''¡¿Por qué huyes de mí?! ¡¿Dónde estás?! ¡¿Quién eres?!'' No obtuve ninguna

respuesta. Cuando estás en un lugar así no puedes distinguir si estás despierto o soñando, muerto o

recordando. ¿Cómo sé si esas sensaciones eran reales o no? ¿Esa persona que me estaba observando

era un sueño? Estarás pensando que simplemente me pellizque, pero no es tan sencillo, el fármaco

va matando poco a poco tus terminaciones nerviosas de manera que no sientes dolor, es como vivir

con un cuerpo acolchado, lo que te separa aún más si cabe, del mundo real.

Me senté en una esquina y bajé la cabeza mientras poco a poco iba experimentando el descenso a la

locura. Igual que asciende un vagón de una montaña rusa justo antes de caer en picado a una

velocidad de vértigo.

No sabía que era la realidad y que no. El sueño, la realidad y la vigilia se habían unido en un solo

espacio en el cual habitaba, y que solo cambiaba la calma o la ira que podía sentir. Pero no llegué a

poder asociar un sentimiento a cada uno de ellos, por lo que tampoco me sirvió.

Levanté la cabeza y estaba justo ahí, en la otra esquina de la habitación. No podía creerlo, al fin

había encontrado a la persona que me había estado observando todo este tiempo.

Era un hombre de tez completamente blanca y sonrisa nerviosa con dos cicatrices en lugar de ojos.

Se levantó y vino caminando sosegado, después se sentó a mi lado y comenzamos a hablar.

Realmente ese hombre fue lo mejor que pudo vomitar mi cerebro. Me transmitía calma y por fin

tenía alguien con quien compartir mis pensamientos.

Me contó que venía de la guerra, y que aquel era un infierno terrible, que yo tenía suerte de

estar aquí. Aún así me dio ánimos a continuar mientras me pedía tabaco constantemente a pesar de

que la primera vez le dije que no tenía.

Mi primer impulso fue tocarlo cual neandertal que descubre el fuego y quiere saber qué es.

Justo antes de hacerlo caí dormido, o al menos inconsciente.

Desperté en la misma esquina. Me levanté y encontré esta vez un zorro en la habitación. Parecía

herido, tenía un precioso pelaje naranja y nueve majestuosas colas que se movían en armonía

y ante mi asombro tampoco tenía ojos. Me acerqué, gruñó violentamente y caí al suelo.

Sentía escalofríos y el sudor me bañaba, era como ver a la muerte ante ti.

Intenté dormir para ver si se volvía a transformar. Le di la espalda, pero el miedo que sentía era

incontrolable al saber que tal bestia estaba atrás mía, me giré para al menos vigilarla...


-¡Rápido, rápido! ¡Ha ocurrido, entrad a por él!

Efectivamente, ha muerto. Vamos a llevarlo a analizar y comprobar que Cnopb ha hecho bien su

trabajo.

-Doctor Wolga. -Dígame. -Ya tenemos los resultados, el sujeto 001 ha muerto de un paro cardíaco

tras 2 semanas de que se le aplicase la dosis. Los resultados que nos ha facilitado el forense indican

que no hay rastro de que el fármaco haya estado en su organismo.

-Llama a los laboratorios centrales y di que el proyecto ha sido un éxito. El agente Suárez partirá

hacia Alemania y llevará el prototipo. Tenemos que ser rápidos ¡Moveos!


-La avaricia humana no conoce límites, pagamos con sangre los intereses ecónomicos, la sangre es

de gente que no va a sacar tajada de ellos, obedecen a un líder al grito de mata o muere. Los rusos

nos están invadiendo y por mucho que tenga el Cnopb en mis manos y haya sido mi hijo quien le

haya dado el visto bueno con su muerte, no vamos a llegar a tiempo. Intentó huir de las garras de

este orden mundial, y le hemos causado la locura, administrándole esta potente droga que le ha

hecho crear un tulpa que ha acabado con él. ¿Debemos estar orgullosos por poder llevar a sus

peores estados la mente humana? Somos capaces de crear destrucción, sembrar odio y dolor.

Eso sí, por naturaleza nos quieren hacer creer que hemos de vivir compitiendo unos con otros, que

la armonía y justicia es utopía y que las grandes decisiones no tienen otra consecuencia que una

guerra apocalíptica. Pero por supuesto eso es natural, no es contrario a nosotros pensar en todos

estos niveles de destrucción. Somos borregos que nos dejamos ser conducidos hacia un barranco

de miseria donde estamos cayendo. Que nos invadan o invadamos no va a cambiar nada. Esperemos

que al men...¡¿Qué ha sido eso?! ''¡Señor Suárez perdemos altura, nos han dado!''

                                                   


                                                      Se le vio caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
sangre en el frente y plomo en las entrañas.



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